RULFO ESCRITOR, RULFO FOTOGRAFO
En la entrega anterior, vimos cómo empecé a trabajar con los custodios del Tutelar para Menores de Guanajuato, México. Ahora, seguimos con su exploración de uno de los autores más importantes de nuestro país:
Trabajar con la obra literaria y fotográfica de Juan Rulfo fue una delicia. Y creo que para los grupos de custodios que alcanzaron a hacerlo conmigo fue igualmente gratificante. No hace falta que haga aquí el análisis o la apología de la obra de este genial creador. Sólo quiero señalar que la esencia mexicana de Rulfo es algo a la vez sofisticado y simple, y que trabajar esa obra con este público fue doblemente enriquecedor porque si bien en el universo rulfiano todos los mexicanos nos reconocemos, vengamos del campo o de las ciudades, también es cierto que el nivel de sofisticación de esta prosa (Pedro Páramo es prácticamente un largo poema épico) no impide que esta gran literatura nos resulte de alguna manera familiar. Pude trabajarlo con tres grupos de 10 personas, uno de cada comandante. Lo hicimos de maneras diferentes, a saber:
Con el grupo del Comandante P., leí en voz alta las primeras páginas de “Pedro Páramo”. primer nos pusimos de acuerdo durante la semana para llevar nescafé y galletas. Ricardo fue por agua caliente en una gran jarra y así pudimos escuchar la lectura tomando café, lo cual fue riquísimo en sábado y a las 9 de la mañana… Después de la lectura, la discusión no se hizo esperar. Juan dijo de Pedro Páramo: “¡Así era mi abuelito!” Prácticamente todos reconocían a personas conocidas o de su familia en esa atmósfera y con esa manera de ser y de actuar. Fue curioso cómo fueron los hombres del grupo que señalaron el terrible machismo del personaje central, su gran egoísmo, su falta total de respeto y de amor a los demás… Marcial habló de la película, la vio cuando era chico y lo impresionaron ese pueblo y sus fantasmas. Todos pudieron situar los textos en la época post-revolucionaria o cristera. Al final de esa primer Sesión Rulfo, hubo pedidos muy precisos: que llevara la peli de Pedro Páramo y que llevara el disco donde Rulfo narra él mismo algunos de sus textos.
En la segunda sesión, propuse la lectura de “Díles que no me maten”. En los dos últimos grupos les pregunté si querían que yo leyera el cuento en voz alta o si querían leerlo ellos. En ambos quisieron leer ellos. Y no es que leyeran super bien; había quienes leían francamente mal, pero no se daban por vencidos. Así pues, en la sesión del grupo de D., leyeron el cuento, una página cada participante. Curiosamente, esta vez no fue lo más interesante porque había algunos como Israel que casi se dormían u otros que no ponían mucha atención. Lo interesante fueron las fotos. ¡Y fotos de Rulfo hay muchas y muy hermosas! Trabajando en parejas, cada participante tenía una fotocopia de una foto; debía describírsela a su compañero(a) sin mostrársela. La condición era no añadir comentarios personales, interpretaciones, nada subjetivo. Tenía que ser la descripción al desnudo. Cuando terminaban, podían mostrar sus respectivas imágenes: ¿la imagen era como te la describió tu compañero? ¿qué faltó? ¿qué sobró? ¿En qué fue diferente lo que imaginaste a partir de su descripción de la foto real? ¿cuál es la diferencia entre describir e interpretar?
Como se ve, no era un desafío fácil. Y consiguieron cosas por demás sorprendentes. Curiosamente, algunos de ellos iban dibujando lo que el compañero iba describiendo. Transcribo aquí algunas de los trabajos (aunque las preguntas fueron respondidas verbalmente):
Israel y Maricela:
Foto 1.- “Un portal con arcos (pilares). La casa es de piedra de cantera, viga de madera, tejado. Una niña pasando el pasillo del portal; piso rústico de ladrillo y ese portal está sobre la calle de tierra. La niña viste muy sencilla, humilde; reflejan soledad las calles y parece un pueblo fantasma. Se ve que en ese tiempo había mucha pobreza…”
Foto 2.- “Es un cuarto, refleja soledad, tristeza, algo aislado de los años 50, paredes ásperas, persona agotada, atrapada en un dolor, una puerta sombreada por los rayos del sol. La puerta muy ancha y amplia, (la foto) tomada de adentro hacia afuera; hay un carro de madera…”
(en ambas, les hice ver que había una parte importante de interpretación en sus “descripciones”)
Me gustó en particular la del comandante Daniel, por su precisión:
“Es el interior de una casa con una mujer sentada en la puerta, recargada en el marco de la puerta; únicamente se ve parte de la espalda, ya que la mujer se ve de bastante edad. Según la sombra de la puerta al interior indica que son entre las 11 (de la mañana) y la 1 de la tarde. Por lo que se ve en el interior es un cuarto poco habitado y muy antiguo ya que se ve una fracción de viga de madera. En el piso se ve una camionetita de juguete, una escoba y un pedazo de madera recargado en la pared. Se nota que la pared está pintada de dos colores, color bajo como de un metro y el restro de arriba aproximadamente de 2 mts es de otro color. En el exterior se dibuja una calle y únicamente se ven paredes de otras casas.” (recordemos que las fotos son en blanco y negro)...
Rulfo da para mucho porque es un creador completo. Sus imágenes tienen correspondencias importantes con su obra literaria y creo que para estas personas del Tutelar fue una oportunidad de conocer y también de reconocerse.
(La próxima entrega con los custodios: Sor Juana, el amor y Gabriel Zaid)
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