jeudi 23 septembre 2010

CRONICAS CUSTODIADAS EN LA TIERRA MEXICANA

Contagiar mi amor por México... (Perro Prehispánico, acrílico sobre funda de almohada)  

Por Lirio GB

El siguiente registro habla de una sesión de lectura con los grupos de custodios del ex-Tutelar de Guanajuato y lo incluyo hoy aquí como primera parte de una serie porque en estas fechas de celebración de la Independencia y de la Revolución Mexicana, me parece encajar perfectamente con la reflexión sobre la identidad nacional y sobre la Historia.
Una de las razones por las cuales propuse un taller de lectura para el personal de seguridad fue que durante los talleres para internos, pude constatar la gran capacidad de empatía de algunos custodios para con los chicos, y también el interés manifiesto de muchos de ellos por los libros y la lectura. Algunos participaban “de contrabando” en las actividades del taller y solicitaban libros en préstamo. Otra razón viene de un ángulo opuesto: había elementos en el personal de seguridad que no valoraban en absoluto este taller como una actividad importante para los internos, que no entendían que no sólo tenía un aspecto recreativo sino que se trataba de algo formativo en muchos aspectos: la promoción del conocimiento y la adquisición de una cultura general, la motivación para la búsqueda de nuevos horizontes, la orientación hacia la formación de una conciencia individual y hacia el encuentro con los propios intereses. Así lo entendíó Diana Rosas, entonces directora y no sólo aceptó el taller sino que lo promovió activamente. Fue un taller donde las ganancias serían múltiples puesto que yo estaba allí y el acervo vendría de mi Sala de Lectura o de la biblioteca del centro.
Y NOSOTROS… ¿SOMOS MEXICO?
En mis talleres del Tutelar integré siempre exploraciones sobre México, su Historia y su cultura, pero no se me había ocurrido hacer un taller exclusivamente sobre esto. Cuando iniciamos el taller para los custodios, ellos mismos me pidieron que fuera sobre México. Entonces me lancé a la caza de temas mexicanos sin hacerme más preguntas, sin hacerme las preguntas que me hago ahora: ¿porqué esa necesidad por saber más sobre nuestro país? Era una sed de algo que está allí siempre pero casi invisible; un país que existe pero que está lleno de series televisivas estadounidenses, de productos industrializados, de comida chatarra… un país que es lo que es, bajo una espesa capa de otra cosa. Dice Luz Ma. Chapela en su libro “Saberes en Movimiento” (Nostra, México, 2007): “En la medida en que una sociedad cuente con más sujetos que tengan identidades fuertes y en movimiento, tendrá más posibilidades de incluir a muchos y de mejorar sus tejidos sociales. En las relaciones entres diversos que se incluyen de manera mutua y dialogan, todos ganan…

Es desde la identificación de lo propio que uno respeta a los otros y sale en su busca.”

Quizá esta demanda respondió también una necesidad de auto-afirmación o una intuición de que a pesar de las cosas pavorosas que suceden en México y que nos son mostradas por los medios de comunicación todo el tiempo, también existe una cultura de sólidos cimientos formada por arte, diseño, artesanías, increíbles poetas, arquitectos, músicos, cine legendario, pintura extraordinaria, etc. ¿Intuían esto los custodios, o simplemente tenían ganas de hacerme trabajar investigando cosas que pudiesen interesarles?

Pienso que había una gran necesidad de auto-conocimiento y de encontrar respuestas a acertijos inconscientes, a algo no siempre formulado, pero presente. México fue entonces el origen, el punto de partida para una exploración que se ensanchó a cada paso porque no quería mostrar este país como una habitación cerrada y hermética sino como un espacio de luz y de sombra de donde surgen y desde donde confluyen múltiples energías.

El discurso oficial promueve un orgullo muchas veces superficial que esconde en realidad un terrible complejo de inferioridad o un chauvinismo de pacotilla; un pasado “congelado”, poblado por héroes de cartón, impuestos en la educación oficial y en la imaginería política y que poco tiene que ver con la complejidad y la profundidad de una historia que extiende sus ramas hasta nosotros; de un presente que es un verdadero rompecabezas por descifrar en cuanto a vestigios y pistas. Me dí cuenta de que tenía que arreglármelas para acercar a ellos esas figuras tan lejanas y acartonadas, darles vida y hacer que al tocarlas, se les encontrara sentido y una identificación. El exceso, la pasión, el color, el erotismo, el alcohol, el machismo, el sentimiento y la fuerza de las cosas ocultas y volcánicas tendrían que salir y manifestarse ante nosotros.

Como veremos más adelante, el hecho de centrar el taller en un tema principal tan vasto como profundo, hizo que este se estructurara como un todo coherente. Y si bien la actividad principal iba siempre en este sentido, había un contrapeso interesante en el préstamo porque en el acervo había literatura y arte de muchos países.



HISTORIA-MEXICO-ORIGENES
Empezamos, claro con el México prehispánico… y con el grupo del comandante J. completito. Empecé preguntandoles si sabían quienes vivían aquí antes de que los españoles conquistaran estos territorios. Siempre había alguien que sabía mucho. Hice circular revistas y libros con fotos de arquitectura y arte prehispánicos y ellos me ayudaron a dibujar en el pizarron un cuadro con la cronología de las diferentes etapas.
Eran más de veinte y no tuve en esa sesión suficiente material para todos (libros, fotocopias) sobre el tema y tampoco tuve mucho control. Todos tenían mucho sueño porque el taller tenía lugar justo después de una noche de guardia. Así, sólo algunos participaron. Hice saber a los comandantes que prefería que los grupos se dividieran en dos (10 participantes cada vez) para evitar el tener muchos pero poco interesados. Igual algunos de ellos estaban atentísimos, pero no era el grupo ideal.
Por regla general y por suerte para mí, si bien los participantes estaban MUY cansados también llegaban MUY motivados. Mi trabajo era que la motivación se mantuviera y que los mantuviera a ellos despiertos.
En el grupo del comandante P. la semana siguiente, todos participaron activamente. Fue una maravillosa sesión. Tomás, el señor que adoraba los libros, estuvo genial: participando todo el tiempo, muy entusiasta. Carlos, un custodio nuevo que venía del DF mostró su conciencia y su orgullo de tener orígenes mexicas. Leímos algunos poemas de Nezahualcóyotl. En algunas sesiones como esta, querían que yo leyera en voz alta y en otras ellos mismos se proponían para leerlos. Su análisis de los poemas de Nezahualcóyotl fue magnífico, muy acertado.

Igual resultado con el grupo de D. una semana después; las reflexiones me parecieron con frecuencia muy inteligentes y muy bellas. Hubo comentarios muy justos acerca de los poemas porque:
-“Nezahualcóyotl habla de lo efímero de la existencia, de que todo se acaba…” (Antonio)
-“pero también habla de la permanencia de las obras” (Vero 2 y J. Alfredo)
-“Yo creo que el águila azteca como símbolo y no una realidad histórica” (Carmen)
Les gustaba reir (¿a quién no?) pero el ambiente siempre fue de gran respeto hacia mí. Algo que me impresionó muchísimo fue también el respeto existente entre hombres y mujeres, había mucho compañerismo. Hubo momentos en que el sueño casi ganaba terreno, y era allí donde yo tenía que animarlos y hacer que hicieran cosas que no forzosamente tenían ganas de hacer, por ejemplo, escribir o leer en voz alta, y que las hicieran con gusto.
Al final de estas sesiones sobre el pasado prehispánico, escuchamos música “de la época” (Jorge Reyes), y les dije que si querían, podían cerrar los ojos. En una de ellas, me quedé atónita porque todos se acomodaron, muy orondos y cerraron los ojos para relajarse de inmediato, con visible placer. Fue un momento mágico, cinco minutos largos e intensos en los cuales algo flotaba en el aire. Me gustaba contemplar a estos hombres y mujeres uniformados, con esas botas tan toscas, jóvenes en su mayoría, en un estado de confianza y de fragilidad extraordinarios, con los ojos cerrados, sumidos en el ensueño. Guardias al final de una dura noche de trabajo, quizá cansados pero felices de vivir algo diferente; esto yo lo podía asegurar en ese momento. Bajé el volúmen poco a poco y con una voz muy muy baja les hablé para que “despertaran”. Les pregunté “¿qué vieron?”, no muy segura de que algunos no hubieran aprovechado para dormir un poco, pero todos y cada uno contaron sus visiones sin trabas. Algunas de ellas, muy significativas:
Alejandro vio guerreros en fila, atravesando la jungla, camino a la guerra.
Israel vio una ceremonia fúnebre enmedio de una selva.
El Comandante D. vio “un músico tocando la flauta. Poco a poco, otros músicos se le iban uniendo, con otros instrumentos de viento o percusión.” Fue la única visión puramente musical en el grupo.
En otras sesiones exploraron documentos (revistas y libros principalmente) y escribieron fichas de lectura sobre los que más les gustaron. Adalberto escribió:
Título: Monte Albán y los zapotecos
Autor: Conaculta (sic)
Tema: Los zapotecos
Género: informativo
Num. páginas : 96
Editorial: Conaculta y México Desconocido
“Esta revista informativa nos dice de cómo vivían los zapotecos, su cultura, el tipo de escritura, sus templos (edificios Arqueológicos), el tipo de agricultura, sus familias, con quien hacían sus trueques y con quien eran sus guerras y porqué”.
El próximo mes, hablaré de otros temas que tratamos en este taller con los custodios del Tutelar.