jeudi 27 août 2009

SESIÓN DE LECTURA DE ZAPATOS EN LA SALA JUSTITA ARENAS


TALLER "PINTANDO ZAPATOS"
Una sesión en la Sala de Lectura “JUSTITA ARENAS”,
Con Néstor Ramírez, Tláhuac, D.F.
por Lirio GARDUÑO BUONO

Llegamos milagrosamente a las 18:00 horas, tiempo previsto. En el coche de Mariana, viajamos cómodamente Laura y yo. Mariana es una excelente conductora, la serenidad misma en medio de este tráfico de locura. Néstor está en la calle, nos espera. Estoy muy contenta de verlo y también de estas últimas horas pasadas en casa de Laura, compartiendo experiencias, hablando de libros, libros y lecturas. Nuestro último encuentro data de hace algunos meses no nos habíamos visto, así que es realmente un placer vernos de nuevo.

Néstor nos hace pasar a la Sala de Lectura que es a la vez su casa. Me impresiona especialmente la habitación donde se encuentran los libros, pues en lugar de techo tiene un gigantesco domo que deja entrar raudales de luz, aún en una tarde lluviosa como esta. En el centro de esta habitación, Néstor dispuso una plataforma cubierta con tela, donde reposan (debería decir posan), zapatos fuera de lo común por su forma o su color. Está la bota de la Catrina, algunos zapatos punk, zapatillas de ballet, zapatos de hombre. Todos circulamos alrededor de ellos y luego nos vamos a sentar.

La otra parte de la Sala es una habitación con un gran ventanal y sillones. Fotos, hermosos pósters en los muros. Hay un aparato de sonido de donde sale una canción que habla de un par de viejos zapatos. Esto nos va metiendo en el ambiente.
Al principio hay sólo algunos chicos, de 9 a 15 años, en su mayoría familiares de Néstor. Vacilamos. Esperamos. Decidimos empezar. Van llegando niños y adolescentes poco a poco, y se van integrando a la plática. Empiezo por explicar que los zapatos son una pasión personal y que son un vastísimo tema. Me apego al esquema que traigo: les muestro planchas de anatomía ilustrando el pie y sus múltiples huesos y músculos. Les pregunto qué se puede hacer con los pies. Todos responden, todos participan: “caminar, saltar, correr, bailar…”

Viene luego la historia del calzado: como una necesidad, un lujo, un placer, una obligación social… En esto también participan mientras vemos las fotos del libro “La Chaussure” (El Zapato, V. Giscard D’Estaing). Y los cuentos, las historias inventadas a partir de los zapatos, o donde éstos juegan un papel importante: “El gato con botas”, “Cenicienta”… El zapato como objeto mágico. Hacemos circular estos libros y también algunos de los seleccionados por Laura y Néstor de sus propios acervos: “Los zapatitos de rosa” de José Martí, “Las botas rojas”, una foto impresionante de una fachada de Lisboa, ¡enteramente cubierta de zapatos… pintados de dorado!, un catálogo de “Vogue”, etc…

Laura y yo les contamos nuestra experiencia de esta mañana en el “Museo del Zapato” de la tienda “El Borceguí”, situado en pleno centro de la ciudad de México. Distribuimos la publicidad del museo, les recomendamos ampliamente hacer una visita a tan insólito lugar. Néstor está decidido a organizar una excursión.

En la segunda parte de la sesión, proponemos actividades concretas. Nadie quiere escribir o dibujar, todos quieren PINTAR. Néstor preparó pinturas, pinceles, recipientes. No nos queda sino poner manos a la obra. Un error hizo que se comprara barniz en lugar de pintura vinílica y le digo que evitemos el barniz, pues su fuerte olor puede intoxicarnos en un espacio cerrado. Uno de sus primos va rápidamente a buscar pintura de agua, y Néstor saca de algún lugar varias botellas de acrílico. No tenemos una gran variedad de colores, pero podemos comenzar. Todos han traído viejos zapatos para transformar. Les he mostrado el libro de los “Objetos a la deriva” (Objets a la dèrive, Centre G. Pompidou, 1986) y esto les ha sugerido miles de posibilidades para trabajar sus zapatos. La música continúa. Néstor saca también tarjetas tamaño media-carta y una bolsa enorme de crayolas; también tijeras y revistas. Los que no tienen zapatos qué decorar, como Laura, se ponen a hacer collage a partir del contorno uno de sus pies, sobre el cual pegan recortes, decoran, escriben…

A las siete de la noche la actividad es febril. Debe haber unos veinticinco participantes. Tomo fotos pero no tengo tiempo de registrar por escrito. Algunos zapatos de bebé se transforman en carritos, unas viejas zapatillas de punta toman los colores de un excéntrico arco iris, un viejo y arrugado zapato se transforma en la cara de un negrito. Sobre otros zapatos de delinean paisajes, decoraciones caprichosas de puntos o rayas. Néstor y yo vamos de un lado a otro cambiando el agua de los pinceles, vertiendo pintura, sacando las obras a secar, etc.

En un determinado momento, me siento en uno de los cómodos sillones, cansada. Mariana y Laura trabajan y acompañan al grupo de los “dibujantes”, aunque creo que Mariana ya hizo algo de pintura también. Como fondo, un poema de Neruda sobre los zapatos. Mariana me tiende “Los zapatitos de rosa” de Martí. Este es uno de los poemas de mi infancia. Me pongo a leerlo en voz alta. Conforme voy leyendo, se va despertando el recuerdo: ¡Cómo me gustaba Martí! Me gusta ese lenguaje cubanísimo y universal, fluido, lleno de inteligencia y de ternura. Sin embargo, cuando llego al momento en que la niña encuentra a una madre con una nena enferma en brazos, la voz se me quiebra y siento las lágrimas surgiendo irremediablemente. Me es imposible continuar y Mariana retoma mi lectura. ¿Qué fibras tocó en mí este poema, en medio de esta algarabía, en medio de este momento de gran felicidad? Lo medito durante las largas horas de avión rumbo a Marruecos, dos días más tarde*… esto es harina de otro costal.

Sin embargo mi fisura personal no afectó en lo absoluto la máquina de pintar que hemos puesto en marcha. Hay quienes hasta pintan camisetas (una hermosa adolescente pinta las huellas de sus manos en una). Hay quienes preguntan cómo se hace el color café o el negro. Hay una joven madre con una niñita y una bebé. La bebé (año y medio) circula entre zapatos y botes de pintura, entre manos laboriosas y cuerpos sentados en el suelo. Me gustan esos rostros absortos, esos cuerpos inmóviles y a la vez en plena efervescencia.

Néstor se dedica también a registrar las entradas y salidas de libros, pues la actividad no impide que la Sala de Lectura continúe su vida. Algunos pintores terminan su obra y van a buscar libros en préstamo para la semana. Los zapatos terminados descansan afuera, secándose. Hay de todo: pointes de ballet con rayas naranja y verde atravesándolas, un zapato negro que ahora es la cabeza de un negrito con una boca enooorme, camisetas pintadas con manos y con corazones, sandalias psicodélicas…

Terminamos con la pequeña reflexión sobre el taller. Todos dicen estar muy satisfechos.
Quizá les hubiera gustado tener más tiempo para diferentes actividades, no sólo una por persona.
Néstor me presenta entonces más formalmente. Surgen preguntas: ¿Cómo es mi Sala? ¿Dónde está? ¿Cuántos niños van? ¿Qué libros les gustan? Me siento muy a gusto entre tanta curiosidad, tanta gentileza y también tanta sed de aprender cosas nuevas. Les digo esto. Es un momento de gran emoción.
Más o menos a las nueve y cuarto sale el último asistente. Néstor, Laura, Mariana y yo vamos a cenar unos tacos a la vuelta. Mariana toma el volante a las diez.
LGB

Presentación:
La Sala de Lectura Justita Arenas se localiza al sur-oriente del DF, en Tlàhuac. Existe desde el año 2000 y fue fundada por Néstor Ramírez Peña, en su propia casa. Atiende a la gente de la comunidad y cuenta ya con más de 6000 volúmenes. Dice de ella su fundador: “La Sala busca el desarrollo de la vida interior, a través de generar y descubrir intereses propios en niños, jóvenes y adultos; el fomento de la curiosidad y las preguntas personales acerca de los relatos, el establecimiento de lazos y puentes entre lo que ocurre en las historias y lo que ocurre en la vida familiar, privada y comunitaria de los lectores, las posibilidades de dialogar ampliamente a partir de lo leído y eventualmente la escritura de historias que parta de la voz propia. Todas son prácticas constantes. Una pretensión es incorporar los actos lectores a la cotidianidad de la comunidad”.

Geneviève Patte habla de esta Sala:
"Desde hace casi 10 años conozco el trabajo y las reflexiones de Néstor Ramírez y tengo desde entonces una gran admiración por sus logros a favor de la lectura para los niños. He visitado su Sala de lectura varias veces, con algunos años de diferencia y he podido constatar que se encuentra siempre en un estado de continuo desarrollo. Su trabajo es voluntario y sus medios financieros casi inexistentes. Sin embargo, varias veces por semana, esta “biblioteca” se abre a los vecinos del barrio, entre las 6 y las 8 de la noche. Hace algunos meses, tuve la fortuna de estar con ellos y tuve el sentimiento de descubrir allí un nuevo tipo de biblioteca, particularmente adaptado a las necesidades de barrios en dificultad. Este centro sitúa la lectura en el corazón mismo de la vida, de la manera más natural… "
París, 2009

*las fotos que tomé en esa sesión memorable las dejé por accidente, sin posibilidad de recuperarlas…en Marruecos. Disculpas a los lectores, los dejo imaginar…y les brindo a cambio una foto de zapatos de colores.

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